Sucedió tan poca cosa en el choque de ida que hoy, por fuerza, el fútbol tiene que compensar. Las cabezas pensantes de nuestro balompié siguen negando la mayor; la Copa, a doble partido. Así pues, con los eternos 180 minutos que dura una eliminatoria, Manolo eligió el camino de la prudencia. Si hay que marcar un gol, que sea de visitante, que te lo cuentan doble. Tras la prueba más o menos fallida de Wilchez y Javi Álamo en las bandas, se espera que Jiménez recupere las alas que mejor le funcionaron a los maños: Montañés y Zuculini. Eso sí, no sería de extrañar un intercambio en sus posiciones, por aquello de emparejar al bravo argentino con Jesús Navas.
A Emery le va su futuro en el envite. En la selva del balón, que el vasco firmara su contrato con el Sevilla hace ocho días no le importa a nadie. Hay una final a solo tres batallas y quién sabe, quizás solo necesite vencer en la de esta tarde. Debe agarrarse a esta oportunidad, que no es menor. Para ello tendrá que arriesgar una mijita más de lo que lo hizo en La Romareda. Los nombres serán los mismos –puede que Cicinho por Coke, convendría– pero la actitud ha de ser radicalmente distinta. Para ello, Medel deberá desprenderse de Maduro como siempre soñó Míchel y empezar a cazar rebotes para Navas y Reyes. Nervión está enfermito pero necesita que le den muy poco para calentarse.
Abel Rojas 23 enero, 2013
Según lo veo, partido importantísimo para el Sevilla. No es que vaya a marcar el futuro de Emery en el Sánchez Pizjuán, pero el Sevilla necesita un click, y ganar hoy bien puede ser ese punto de inflexión, ese cambio de inercia. Pero el Zaragoza tiene su peligro. Desde luego, como reza la columna, más del que mostró en La Romareda.