La carrera de Sergio Busquets es una historia intensa desde sus comienzos. Y eso que su aterrizaje en el primer equipo no vino acompañado de los habituales fuegos artificiales; Busi, en efecto, nunca fue una perla de La Masía. Su destino no parecía el Camp Nou. Ahí estuvo sin duda el gran mérito de Pep Guardiola. El míster culé advirtió el talento del joven centrocampista, al que había entrenado con éxito en el filial. Pep será parte fundamental de una cronología futbolística, la de Busquets, que atravesó por etapas complejas, momentos de fuertes críticas y una competencia siempre feroz por su puesto.
Aquel chico que debutaba el 13 de septiembre de 2008 frente al Racing era algo exótico. A sus 20 años, su desarrollo físico no estaba completo. Extremidades largas y huesudas, que le daban una apariencia como de palo, excesivamente rígido. A su vez, un sentido del equilibrio bastante deficiente que le llevaba a perder la vertical en múltiples ocasiones a la más mínima carga. Era un bicho raro, la verdad. Sin embargo, Guardiola había confiado en él, incluso en un contexto deportivo y social inadecuado. ¿Por qué?
Por encima de todo, hablamos de un futbolista de personalidad salvaje. Desde sus inicios fue evidente que al chaval no le pesaba ni el reto ni el escenario. Verle atreverse con gestos técnicos arriesgadosSergio Busquets mostró una gran personalidad desde sus comienzos en situaciones adversas hacía presagiar un carácter especial. En lo mental, estaba claro, no iba a haber problemas. Pero ¿qué jugador era Busquets? ¿Qué condiciones naturales traía de serie? Principalmente dos. Por un lado, una capacidad sensitiva extraordinaria para jugar a muy pocos toques. La facilidad con la que encontraba al compañero más cercano se salía de los parámetros normales. Prácticamente no había reflexión; recibir y soltar ocurría en la misma fracción de tiempo. Más allá de que en el fútbol, como en la música, la pausa es parte del propio compás del ritmo, Guardiola entendió esto como una virtud inmediata. El de Santpedor había instalado la velocidad y el vértigo en el ADN del colectivo (se olvida con demasiada frecuencia lo mucho que corría el Barcelona 2008-2009) y Sergio metía caña al asunto. Más que un Yaya Touré que había dejado atrás sus dificultades para moverse sin balón de 2008 (con instantes casi de farola en medio del círculo central), pero que no terminaba de gozar en aquella orgía de pases.
Yaya Touré era uno de los mejores centrocampistas del mundo, pero Guardiola amaba a Busquets
La otra cualidad inherente a Busi era el robo, el pressing y las pelotas divididas. Casi cada bola muerta que caía por su zona finalizaba de forma idéntica: con el Pulpo alargando sus tentáculos, llegando antes al balón y recibiendo un topetazo del rival. A pesar de ello, a Sergio le encantaba ir a cortar, lo que para el Barça era ideal. Pocos conjuntos han achicado tan arriba y con la energía del Barcelona del año I de Pep. El discurso se basaba en eso, y junto a nombres como los de Daniel Alves o Samuel Eto’o, los azulgranas preparaban trampas mortales a los contrarios en los segundos posteriores a la pérdida del esférico.
Donde Touré iba lento, Busquets volaba. Donde el africano se mostraba temeroso para presionar, Sergio no vacilaba. Así, un crack mundial como Yaya veía como el noi de la casa le restabaSus carencias iniciales resultaban realmente visibles, «cantaban» minutos. Pocos, eso sí, porque la realidad es que sus aptitudes eran tan extremas que, como suele sucederle al inexperto, todavía no controlaba con soltura sus posibilidades. El error más común empezó siendo su mala ubicación en el arranque de la jugada. Por el afán de habilitar una línea de pase a los centrales, a menudo daba la espalda a lo que apretaba por detrás, confiando a su instinto la dirección del siguiente envío. Así regaló goles, varios. Escuchó reproches, pero ni a Pep ni al propio futbolista les importó; Touré era el titular. El otro gran defecto era tapado por la brillantez general. Busi encimaba compulsivamente a todo lo que pasaba por su sector, sin valorar los huecos que podían nacer tras su hipotético fallo. Como al oponente la portería de Víctor Valdés le pillaba lejos, equivocarse le estaba permitido. Y que, las cosas son como son, el ratio de aciertos/patinazos era positivo. Su calidad se imponía. Para maquillar las carencias, Guardiola solía colocarlo también como interior. De esta manera, el jugador tenía libertad para presionar como le gusta. En fase ofensiva, la sencillez con la que actuaba por delante de la pelota le hacía viable ahí, aunque como es lógico se ahogaba a la hora de girar. Dejó algún golito como interior, así como una ruptura decisiva ante el Real Madrid, logrando provocar un penalti fruto de su permanente gran lectura de la situación.
Las pérdidas en primera línea, un recuerdo del Sergio de los primeros años
Su relación con Xavi es el último punto que define el despertar de Busquets en Can Barça. El “6” ha sido una figura irrepetible y sumamente específica. Auténtico tirano de la posesión y el manejo del cuero, hay dos constantes en su fútbol que se diría que le han sido propias: correr 12 kilómetros por partido, la gran mayoría de forma lateral, y ejecutar más de 150 pases en cada choque. ¿Cómo se traducen estos datos? Básicamente, en que la gestión de juego es patrimonio exclusivo suyo, a cualquier altura; desde el nacimiento hasta la desembocadura cerca de la frontal. Con semejante ascendencia, ¿qué papel podía quedarle al “cinco”? Ni Yaya ni Busi eran la referencia en la construcción del cuadro catalán, pero había una diferencia; mientras Touré ponía a Xavi sus pegas a la hora de cederle metros, Busquets flotaba como una mariposa alrededor del de Terrassa, que hallaba en el canterano una continuidad portentosa. El MVP de la Euro-2008 jamás dudo en elogiar con fuerza a Sergio; con balón era poco menos que un sueño para él.
Acabó la campaña del debut, saldada con un Triplete que convertía enMascherano nunca fue competencia real para Sergio Busquets leyendas vivas a los integrantes de aquella escuadra. Al crecimiento de Busquets se unían las desavenencias de Yaya, con el club y consigo mismo. El costamarfileño huyó hacia el libertinaje de la Premier y Busi quedó como el indiscutido mediocentro del Fútbol Club Barcelona. Ese verano fichaba “El Jefecito”, Javier Mascherano. Si las intenciones de la secretaría técnica eran protegerse un poco más con sus carreras o simplemente sumar un activo de nivel a la plantilla, nunca lo sabremos. Lo único cierto es que las limitaciones del pie de Masche no dieron ni para abrir el debate. Aquel curso, el Barça bordó el fútbol al son del Messi más amplio y de un Xavi elevado a jerarca del planeta balompédico. Sergio seguía cumpliendo sus tareas con regularidad admirable; con balón, permitía la circulación más armónica de la era Pep, complementando y apoyando al genio que pasara por allí. Sin él, era tal el sometimiento al que se veía forzado el adversario que sus defectos posicionales apenas sí podían costar algo una vez por mes. A cambio, recuperaba rechaces a espuertas. Entre 2011 y 2012, el Barcelona volvió a ganarlo todo. Pero nada es eterno, y el ciclo del Xavi ultra-dominante tocaba a su fin.
2012 marca el comienzo del Busquets más completo y maduro de su aún corta trayectoria
La 2011-2012 fue una temporada rara en la pizarra. Guardiola, consciente de que el libreto necesitaba un update, trabajó en nuevos mecanismos, distintas formas de ataque que no conllevaran la responsabilidad absoluta de Xavi en la creación. El 3-4-3, la llegada de Cesc y su rol presente y futuro… Aunque el Barça peleó por los tres títulos hasta el final, la indefinición rodeó al grupo durante buena parte del campeonato. Pese a ello, Pep dejaba una sentencia a modo de profecía antes de marchar: “Hemos adelantado mucho. El año que viene jugaremos mejor”. Era el turno de Tito Vilanova, en cuyos planes, Sergio Busquets alcanzaría su punto álgido de relevancia.
Busi ya llevaba tiempo insinuando su estallido. Notable fue su actuación en La Rosaleda. Aquella tarde, los culés se plantaban en Málaga sin Xavi en el once y con el difuso Thiago como interior de posesión.El Busquets de Vilanova tiene un peso absoluto en la base de la jugada Busquets asumió galones y dirigió a los suyos, tomando decisiones de manera notoria. Sí, la madurez llamaba a su puerta, y Tito lo iba a aprovechar. Como ya hemos comentado en diferentes artículos en Ecos del Balón, Vilanova arrancó con un sugerente sistema 4-2-2-2, en el que la base de la jugada era ocupada por Busquets y una segunda pieza. En un principio sería Xavi, pero las permutas hacían aparecer por ahí a Messi, Iniesta o Cesc. No obstante, el objetivo real era insertar a tres hombres en el carril central (superioridad por dentro) unidos a los dos extremos clavados por fuera. Total, cinco hombres por delante de la pelota. Es aquí donde se localiza la espectacular progresión con respecto al Busquets emergente; donde antes había sumisión a voluntades ajenas, ahora hallamos liderazgo. Con múltiples receptores, está en su competencia elegir el sentido y el lugar de la ofensiva. Además, técnicamente adquirió el golpeo en largo, cada vez más preciso, que le permite suministrar a esa “chincheta” que la estructura del Barça coloca sobre la cal. Y bajo presión, el descaro para pisarla y gambetear que enseñó en su juventud sigue intacto. Xavi ahora es determinante en la corona del área; atrás Sergio ya camina solo.
Para Vilanova, Busquets no es un complemento; es una pieza indispensable en su plan
Si elaborando la mejora ha sido sustancial, en transición defensiva está el salto primordial. A nadie escapa que el Barcelona no tiene el mismo control de los partidos de 2011. Van creciendo, sin duda, pero difícilmente repetirán algún día esa posesión embriagadora que consiguió que una formación con estrellas como Wilshere, Nasri, Van Persie o el mismo Fábregas se fuera del Camp Nou casi sin cruzar la divisoria. Eso no existirá más, ni Tito lo ha pretendido. Si explicábamos antes que hasta cinco futbolistas se sitúan por delante del balón cuando atacan (más que el número, importa la nueva esencia, mucho más agresiva), es evidente que los espacios que dejan son enormes. La inteligencia de Busquets en este nuevo estilo es indispensable. Sigue disfrutando de los achiques vehementes, porque ahí es un superdotado, pero ahora no va siempre, sino que decide según la demanda. Por ejemplo, en Valladolid vimos cómo, desde su posicionamiento, tapando vías de escape, robaba de forma estática. Prioriza el espacio. Aunque el 0-2 lo robara a 75 metros de Valdés. El dibujo le expone a errar, y una mala racha física o de rendimiento costaría caro, pues no hay recambio que ofrezca sus prestaciones. Eso sí, solo sería transitorio, pues el jugador ya está asentado, pleno. Aquel mejunje de facultades que anhelaba mostrarlas a cada rato ya es historia. Hoy no deja de pensar, a la velocidad del rayo. Hoy lo entiende todo.
Mark 28 diciembre, 2012
Por ponerle alguna pega, le falta aprender el recurso de la falta táctica. En el R.Madrid su homólogo es un genio de esto. Pero vamos, jugadorazo, y mira que Xavi e Iniesta le dejan vendido muchísimo con su nulo retorno defensivo. También a ellos les venía bien que les dijesen que no pasa nada por cortar contragolpes con faltas, que en CL los rivales del Barça van a vivir mucho de las contras.