Pocas referencias más acertadas habrá hoy en día que este símil bíblico para expresar lo que ha vivido la liga alemana en esta primera década del siglo XXI. Hoy, la Bundesliga está de moda. El mundo habla de su fútbol ofensivo, de su impecable organización, de sus estadios siempre llenos… Todo ello refrendado con los resultados del ranking FIFA del último quinquenio, donde la liga alemana está a la cabeza de Europa. Los tiempos oscuros parecen quedar muy lejos ya, pero realmente no hace tanto que la hoy luminosa competición germana estaba sumida en las tinieblas de la mediocridad.
Si hay una competición doméstica que camina de la mano de su selección nacional, siempre una al lado de la otra, esa es la Bundesliga. Miremos hacia atrás: en los años 70, paralela a una generaciónLa Bundesliga se benefición del éxito de la Mannschaft de futbolistas excepcional, la que llevó a Alemania a ser dueña de Europa y el Mundo a nivel de selecciones, la joven liga alemana -apenas 10 años de edad- se establece como la mejor del Viejo Continente, y quizás del globo. El nivel medio del futbolista alemán es muy alto, y se basa en el dominio técnico. Gunther Netzer, Wolfgang Overath, Franz Beckenbauer o Heinz Flohe marca la tendencia a seguir. Calidad técnica, elegancia, inteligencia. Junto a ellos otros jugadores de categoría indudable conforman un abanico extraordinario. No vamos a descubrir a los Müller, Grabowski, Holzenbein, Fischer, Hönness, Rummenigge, Breitner, Körbel…
Junto a ellos, la Bundesliga expande su alas atrayendo a los mejores jugadores del norte de Europa. Daneses como Simonsen, Jensen, Elkjaer y Bastrup o suecos como Hellstrom, Torstensson o Andersson despliegan su fútbol en los terrenos alemanes. Muchos jugadores de los Balcanes y el Este de Europa, tan limitados en sus salidas hacia Occidente, van a jugar a la Bundesliga también. Branko Oblak, Ivan Buljan o Danilo Popivoda son buenos ejemplos.
Tras una década prospera para Alemania y la Bundesliga, en los años 80 los talentos técnicos tuvieron que emigrar.
Los 80 nos trajeron una renovación en la mentalidad del fútbol alemán. La obsesión por el físico y los jugadores all-rounder se impone. Gente como Briegel, Matthäus o Brehme se convierten en iconos de la década. A tal punto que técnicos al estilo de la vieja escuela, como Schuster, Littbarski o Hansi Müller son la excepción, y generalmente suelen buscar la aventura extranjera (España, Francia e Italia, respectivamente). Esta visión del fútbol alemán ha calado tan hondo que es raro no ver una descripción de un futbolista alemán que no incluya “gran físico, polivalencia o disparo de lejos”.
Los 90 suponen una apertura a nuevas fronteras. Llegan jugadores de Sudámerica y África. Y causan sensación los Jorginho, Paulo Sergio, Toni Yeboah, Okocha o Rodolfo Cardoso. Jugadores que aportan nuevos maticesLa unificación marcó el fútbol alemán en los años 90 a las directrices marcadas en los 80. La vuelta de la aventura extranjera de los miembros del victorioso equipo nacional del 90 (Möller, Reuter, Köhler, Völler, Berthold, Hässler, Klinsmann), y la inserción de las grandes figuras de la RDA (Sammer, Doll, Kirsten, Marschall, Thom), agregó un plus de calidad al campeonato. El Hollywood FC en que se convirtió el Bayern aportó estrellazas de relumbrón (Brian Laudrup, Jean Pierre Papin), y la ascensión del Borussia Dortmund (el equipo que mejor supo aprovechar ese regreso del éxodo de los internacionales alemanes), taponó el ocaso de equipos que habían sido de élite como Moenchengladbach, Hamburgo o Colonia.
El nuevo siglo había comenzado y la Bundesliga se veía cada vez más distanciada del resto de grandes ligas europeas.
Llegados los primeros años del S.XXI, la Bundesliga se vio en el fango, alcanzando ello su punto más bajo poco antes del Mundial que se celebraría en el país germano. Las razones de este hundimiento estaban claras:
– El agotamiento de la brillante última generación crecida en la Alemania dividida. Ellos dieron a Alemania sus últimos grandes éxitos (Mundial90, Euro96), y no obtuvieron un relevo generacional adecuado. El nivel del futbolista germano había bajado bastante.
– El efecto aspiradora del Bayern. Durante las últimas décadas había sido algo patente:La tiranía del Bayern Munich fue en aumento el club bávaro firmaba a los jugadores más destacados de la liga, aglutinando un potencial muy superior al de los demás clubes. Esto alcanzó un punto crítico cuando este efecto aspiradora dejó sin excesivos jugadores de calidad al resto de equipos. Si el nivel general del futbolista alemán ya no era boyante, pues blanco y en botella.
– El efecto Hitzfeld. Entrenador tremendamente exitoso con Dortmund y Bayern, marcó el camino a seguir por el resto de preparadores de la Bundesliga. Futbol rocoso, y conforme avanzó su periplo en el Bayern, cada vez más despreciativo con el talento. Si el suizo era la referencia del éxito, ¿por qué no seguirla? Ni que decir tiene que había 17 equipos en el campeonato que no podían llevar a cabo lo que Hitzfeld estaba haciendo en Munich.
– Como ya dijimos, el bajón de calidad del futbolista alemán, unido a la apertura de fronteras, hizo que aumentase exponencialmente el número de extranjeros en la competición nacional. Y, como ocurre cuando hay algo en gran cantidad, no todo era calidad. Muchos de estos extranjeros eran bastante mediocres, aportando poco o nada a nivel competitivo.
Alemania acogería el Mundial de 2006 con una liga cada vez más deteriorada y tras dos tropiezos de la selección alemana
Ante este panorama, tras los fracasos de las Eurocopas de 2000 y 2004, y con la final del Mundial de 2002 tomada ya como verdadera anécdota, la plana mayor del fútbol alemán tuvo que tomar medidas drásticas para cambiar esta situación. Y más con el Mundial 2006 a las puertas. Entre otras cosas, los cambios más sustanciales que hemos visto son:
– La creación del Team 2006. Un equipo sombra de la selección nacional, conformado por los jóvenes más destacados del campeonato y destinado a foguearles y comprobar su reacción al roce internacional. De este proyecto sale gente como Friedrich, Gómez, Rolfes, Borowski, Helmes, Kiessling, Hildebrand, Hanke, Hitzlsperger, etc primeros jóvenes valores que inician la renovación del equipo nacional.
– El trabajo en las selecciones inferiores es reestructurado, con un nuevo staff técnico que empieza a dar resultados inmediatamente. La generación que domina actualmente la selección nacional es fruto de este programa. Alemania crea su «Clairefontaine», su sistema que enseña, pule y maximiza las virtudes de unos futbolistas cada vez más diversos, gracias entre otras cosas a los hijos de la inmigración. Alemania, como la exitosa Francia del cambio de siglo, es multicolor.
– Así como hay una nueva generación de talentos jóvenes, también aparece una nueva hornada de entrenadores. Audaces, valientes, con gusto por el toque, ofensivos… en algún caso hasta suicidas. Las cabezas de estaUna nueva era de técnicos cambió la forma de competir renovación son los seleccionadores nacionales, primero Klinsmann y luego Löw, dos técnicos que han pegado un lavado de cara tremendo al fútbol alemán, creando escuela. Algunos de ellos, como Thomas Schaaf, crecidos en tiempos del reinado de Hitzfeld y fortalecidos remando contracorriente (doblete 2004 del Bremen). Otros, como Armin Veh, Bruno Labbadia, Ralf Rangnick o las actuales sensaciones Jürgen Klopp y Thomas Tuchel, arman conjuntos con pocos medios y con poco respeto por lo establecido. El Stuttgart campeón de Veh y el Hoffenheim de Rangnick son dos buenos ejemplos. Ni hablar ya del Dortmund de Klopp o el audaz Moenchengladbach de Lucien Favre, suízo, pero que bebe de las mismas fuentes que sus colegas alemanes.
– Reducción del número de extranjeros. El aumento del nivel del jugador germano hace que, antes de buscar fuera, se opte por apostar por jóvenes de las canteras alemanas (destaquemos la del Hansa Rostock o el Borussia Moenchengladbach).
– Last but not least, la deforestación. Es decir, la Bundesliga ha talado muchos troncos. La imagen del 9 alto, potente y técnicamente poco dotado dominó las áreas de Alemania durante demasiado años. Ya desde Horst Hrubesch y Dieter Hönness era una figura habitual. El estilo de juego de esa Bundesliga en decadencia fue su mejor abono, y el éxito de gente como Jancker, Kuranyi o Preetz reafirmó esta tendencia. A día de hoy, el modelo de atacante que triunfa en Alemania no tiene nada que ver con este modelo de 9. Es un punta con tendencia a la asociación sin perder (incluso ganando más bien), su peligro con respecto a las redes contrarias. Ni siquiera los arietes más puros de la competición, Huntelaar y Gomez, guardan tantas similitudes con aquellos tallos de los 80 y 90.
A tenor de todos estos argumentos, la travesía del desierto de la Bundesliga ha sido un camino circular, que la ha llevado de nuevo a los grandes momentos de los 70. Al Dorado donde, cada fin de semana, se batían las huestes de Udo Lattek, Ernst Happel, Dettmar Cramer, Hennes Weisweiler o Rinus Michels, por poner algunos ejemplos.
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Este artículo ya fue publicado en la web de Aitor Lagunas dedicada al fútbol alemán, Bundesfussball.com
@DavidLeonRon 28 julio, 2012
Yo recuerdo que del gran Bayern Munich del final del pasado siglo y entrada del actual, el jugador que me gustaba era Scholl, con diferencia. Effenberg, Kahn aparte, era el que tenía más ascendencia, el más importante quizás (sobre todo después de retirarse Matthaus en el 99), pero yo era de Scholl.
Curiosamente, como pueda ser el caso de Ozil hoy, sus padres también eran de origen no alemán. Mehmet era más del perfil actual, habilidoso, técnico y bonito. Effenberg conecta más con la década anterior.
P.D. ¿Soy yo o el fútbol cada vez le está perdiendo más aprecio al 9 “tronco”? Quedan algunos, tipo Carroll, hace poco Luca Toni, etc… pero cada vez gozan de menos estima. Mario Gómez para mí entra en esta categoría pero tiene alguna condición extra más. Como ejemplo, el gesto técnico del gol que le mete a Holanda en la Euro. Ni City, ni Madrid, ni Barcelona, ni Chelsea, ni Valencia, ni Manchester, ni Dortmund, ni Inter… es que nadie juega con 9 tronquete ya.
No sé si es la velocidad del juego que ha subido la exigencia técnica o qué, la verdad es que no tengo respuesta.