Parece como si Fellini sospechara lo que acabaríamos siendo, en lo que acabaría convertida la selección italiana. En ‘Los inútiles’ retrata con melancolía a un grupo de amigos de un pequeño pueblo que renuncian a integrarse en la sociedad. No han trabajado nunca pero salen de fiesta todos los días, son el aviso de una generación presente que no terminaría de encontrar su sitio, las ovejas negras a las que poder echar la culpa del fracaso de los demás. Han pasado más de cincuenta años, casi tantos como lleva Italia sin ganar la Eurocopa, y ahora esos inútiles tienen nombre y apellidos.
Porque nadie duda de la seguridad de Buffon bajo palos, de su sobriedad defensiva (solo encajaron dos goles en toda la fase de clasificación), ni de la mezcla de clase y contundencia de su centro del campo, pero los partidos se ganan en la delantera, y para bien o para mal, es en las botas de Cassano y Balotelli donde reside buena parte del éxito de Italia en la Eurocopa. Ellos son los inútiles de una Italia que, tras el fracaso en el pasado Mundial, necesita recuperar su autoestima jugando al todo o nada. Las grandes citas futbolísticas echan de menos el espíritu azzurro, hasta al catenaccio, y no sabemos si estos inútiles, con todo el cariño de la expresión, serán capaces de guiarlos de nuevo a una final europea, pero una cosa está clara: si no lo hacen no será porque no puedan, sino porque no quieren. Y están en todo su derecho de ser holgazanes, polémicos y vagos. Si no lo fueran, no serían así de irreductibles, inconformistas, únicos. Y por qué no decirlo, geniales.
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Referencias:
Revista Magnolia
Antonio M. Arenas
@centrojas4 10 junio, 2012
Los inútiles más cualificados.