Lo que Italia nos dio | Ecos del Balón

Lo que Italia nos dio


En esta Eurocopa en la que el ideal de muchos de los seleccionadores presentes es parecerse a la selección española, debemos preguntarnos: ¿quién es para nosotros el sinónimo de competitividad por excelencia en el mundo de fútbol? Supongo que las respuestas podrían ser variadas, pero no creo que me equivoque si digo que, para el fútbol español, el ejemplo más citado sería el de Italia. Sí, los brasileños tienen estrellas y filigranas, los argentinos tienen a su genio de todas las décadas y años de potrero, los alemanes son implacable cañones de artilleria, pero a todos estos los consideramos normales. Todos tienen algo.

Italia no. A Italia cuesta más reconocerle cosas. Saben lo que quieren y cómo lo quieren, su estilo es rácano, empiezan los torneos fatal para acabar derrotando a los mejores, son mezquinos, no la tocan. El antifútbol. Poco más da que haya equipos o selecciones italianas que no cumplan con esas premisas,Atraviesan los campos de minas con una sonrisa, teniendo la seguridad de que no les va a tocar a ellos todos lo llevan en la sangre. Qué más dará que España a duras penas haya producido Riveras, Mazzolas, Tottis, Contis o Baggios. Son catenaccistas y nada más. Son competidores natos, atraviesan los campos de minas con una sonrisa, con la seguridad de que no les va a tocar a ellos. Eso es lo que el fútbol español odia. Eso es lo que el fútbol español envidia. O envidiaba. No hay duda de que el Mundial celebrado en España marcó la conciencia colectiva de nuestro país. Italia tenía un buen equipo, pero venía marcado el escándalo del «Totonero», que había salpicado a algunas de sus estrellas y jugadores importantes (Paolo Rossi, Bruno Giordano, Lionello Manfredonia…), y a sus clubes (Milan, Lazio). El seleccionador estaba enfrentado con una prensa que le discutía todo. Confiaba en jugadores en dudosa forma (Rossi, Antognoni) en lugar de otros a su máximo nivel (Beccalossi, Pruzzo), optaba por jugadores bisoños como Bergomi, limitados como Collovatti y descartaba a jugadores con clase como Baresi. Y su portero tenía 40 años. Todo problemas. Y más aún tras una primera fase dantesca.

Pero, como Italia es Italia –expresión que todos habremos oído a un aficionado español-, se recuperaron, crecieron y ganaron el Mundial derrotando a equipos que se suponían superiores. Y eso a los españoles nos marcó. Contra ningún país tuvo España más complejo de inferioridad que contra Italia. Porque daba igual lo bueno que fueses, lo bien que llegases tú y lo mal que llegasen ellos, lo bien que jugases, lo mucho que los embotellases… podían ganarte. Y lo peor es que la inmensa mayoría de las veces lo hacían. Odio eterno. ¿Por qué no podíamos ser nosotros como ellos? Aunque fuera una vez…

No bastó nuestra mejor generación en años para poder batir a Italia.

En el año 88, durante la Eurocopa de Alemania, la suerte nos deparó un grupo con los anfitriones, nuestros amigos los daneses e Italia. Un grupo duro, por nombres, pero que en la teoría podría darle a España un pase como segunda sin mediar grandes sorpresas. España ganó sufriendo a una Dinamarca ya de vuelta de todo. Fue el último torneo de hombres míticos de la Dinamita Danesa como Elkjaer, Lerby o Morten Olsen. Los inicios son siempre difíciles y sumar la victoria daba confianza. Además, los buques insignia de Miguel Muñoz, Butragueño y Michel, marcaron y jugaron bien.

Se venía el partido contra los italianos, que atravesaban un proceso de renovación tras la etapa de Bearzot y estaban inmersos en la preparación de su Mondiale Novanta. Vicini había incluído a muchos de sus jugadores de la Sub 21 y sólo cinco jugadores de los veinte convocados superaban los 25 años.España tenía al Buitre y a Míchel en su momento culmen. Era un equipo sólido y con clase Eran hombres importantes de la poderosa Serie A, pero no había luminarias. Era básicamente el equipo que sería semifinalista dos años después en el Mundial, pero con menos rodaje. España venía de dejar un buenísimo sabor de boca en el Mundial de México. Tenía al Buitre y a Míchel en su momento culmen, un equipo sólido con Víctor Muñoz y Tomás Reñones, la clase con Gallego y Sanchís… Oficio y calidad, había que meterles mano a esos italianos que ni la típica barba de gran torneo se habían dejado. El partido fue igualado, pero el oficio de los italianos bloqueaba la creatividad española y conforme pasaban los minutos se iba llegando al punto en que los italianos se encontraban cómodos y los españoles un poco desesperados. Minuto 73, gol de Vialli. Fin del partido. «Otra vez lo mismo. No hay manera con estos tíos», frases repetidas por millones a la salida de cualquier bar español. Tras este mazazo, partido decisivo contra unos anfitriones que apenas sufrieron. Dos goles de Rudi Völler liquidaron las aspiraciones de un estilo, el de Miguel Muñoz, que abogaba por la furia, pero con grandes dosis de calidad.

Tanto influyó lo italiano que el sucesor de Muñoz fue Luis Suárez, excelso futbolista, pero firme representante del estilo italiano que le hizo crecer hasta sus más altas cotas como jugador. España se acostumbró a vivir con un líbero y dos marcadores. Y ese líbero no era Sanchís, que sería lo ideal -con su valentía y sus incursiones en campo contrario-, era un uomo scopa como Górriz.

La travesía con Suárez y Miera no fue muy positiva, y llegó el rubio de Barakaldo…

Si aquel partido del 88 marcó 3 o 4 años de selección española, el siguiente gran enfrentamiento con los italianos fue una puñalada total. Venía España de recuperar su autoestima con Clemente, jugando algunos partidos sólidos, especialmente aquel de Dublin ante la Irlanda de Jack Charlton y eliminando a la campeona de Europa, como era la Dinamarca de Schmeichel y los Laudrup. Italia, a estas alturas, había licenciado a la generación que liquidó a España en el 88. La fase clasificatoria de la Euro 92 significó el final de Vicini y, con la llegada de Sacchi, el adiós de una generación a la que le quedaba fútbol (Vialli, Mancini, Giannini, Bergomi, Zenga…). El Milan y el Parma eran ahora la base de la selección. No parecía un equipo con mucho lustre, Italia no parecía un equipo con mucho lustre, pero Baggio era el Balón de Oropero Roberto Baggio había crecido tanto que podía decidir (y lo hizo), torneos enteros. Era el Balón de Oro, además.

Clemente, fiel a su estilo de no casarse con nadie, planteó su típica defensa de 5 con hombres correosos en el medio y donde un enorme Caminero (gran Mundial el suyo) y Luis Enrique ponían la calidad. Se desconfiaba de Italia, que venía un poco dando tumbos, pero la España de Clemente tenía solidez para plantar cara. Había esperanzas, vaya. Pero Italia respiró cuando vio que l’uomo di ferro, Fernando Hierro, que había jugado un gran Mundial se quedaba en el banco. Hierro era el hombre que equilibraba aún más a España, una roca en defensa y con capacidad para jugar en el medio, e incluso llegada arriba.

El partido fue la viva imagen de aquellos que se jugaban en el patio del colegio. Cuando los chicos de sexto dominábamos a los grandullones de octavo. Cuando entre litros de sudor (que luego repercutían en el ambiente de clase), conseguías recuperarte de los golpes que te daba un rival al que considerabas superior. Cuando a ti te parecía que estabas escalando la montaña más alta mientras ellos estaban totalmente confiados en su manera jugar. Cuando faltando poco tiempo aparecía el típico crack, con sus pintas raras y su coletita, y te dejaba claro que no podías competir con ellos. Cuando, lleno de rabia intentabas revolverte y aún te llevabas alguna colleja. Y, sobre todo, cuando sonaba el timbre y tenías que volverte a las aburridas y poco emocionantes matemáticas con la cabeza baja y rumiando la frustración hasta el siguiente recreo en que la suerte te permitiese compartir campo con los mayores.

La mayoría de edad llegó en Viena… y de que manera lo hizo.

Catorce largos años pasaron hasta que España se cruzó las caras con su némesis. Daba igual que ellos llegasen en un mar de dudas y España estuviese realizando el mejor juego del torneo. Ellos acababan de añadir la cuarta estrella a su pecho y los españoles, hablando en plata, estaban cagados. Los cuartos de final, la barrera maldita. Y los «carabinieri» guardando la única puerta hacia las doradaCuartos de final. Italia. Pero España sabía lo que quería… y lo quería aún con más fuerzas semifinales, terreno casi virgen para el futbolista que vestía la camiseta roja a lo largo de toda la historia.

Se luchó y se sudó en el Ernst Happel. Pero, por primera vez en años, España sabía también lo que quería. Y lo quería más fuerte que Italia. No se dudaba entre la furia y la calidad. Supongo que, como se demostró en los momentos que se pasó mal (ese pie de Casillas…), la furia se lleva en la sangre -no en los pies- y sale cuando se necesita. Nunca más patente quedó el aplomo italiano, eso que tanto envidiaba España, que en los instantes previos a esa tanda de penalties. Sonrisas, caras de suficiencia, el símil del campo de minas y el tranquilo italiano, con su barbita de gran campeonato, atravesándolo con tranquilidad.Afortunadamente, y como ya dijimos, la furia se lleva en la sangre y no está reñida con otras virtudes. En el duelo entre los dos guardametas más dominantes del siglo XXI, por fin, el español le ganó la partida al italiano.

Viena, penaltis, De Rossi, Casillas, Güiza, Buffon, Di Natale, Cesc, la victoria, el fin de los complejos, las ansiadas semifinales, la gloria… EL MOMENTO DE HACER HISTORIA.

 

Artículos relacionados:
Ser algo más que el detalle
España-Italia: El día de la bestia
“¿Pero no estabas bien aquí?”
Jordi Alba, Modric y Balotelli


Comentarios (10)

Cargando... Iniciando sesión...
  • Identificado como
Que no os embauquen, el Mundial que gana España fue profundamente italiano. Se empezó fatal, había dudas y se ganó todo por uno a cero. La campeona menos anotadora y la menos goleada de la historia. Y con un huevo de potra. Caramba, cómo lo disfrutamos.
España, al menos la España que he vivido yo, siempre tuvo dos ambiciones futbolíticas: jugar como jugó Brasil en el Mundial del 82 y ganar como veíamos ganar a Italia desde aquel año 82, sobre todo cómo nos ganaban a nosotros. Esas dos expresiones futbolísticas son las que más, pienso yo, han influido en el pensamiento futbolístico español de los último 30 años.

Si os dais cuenta, en España siempre maldecíamos a Italia y su sigilosa forma de ganar, mientras en el resto del fútbol, especialmente en el norte de Europa, esa bestia ganadora y afortunada la representaba Alemania. Acordaos de Lineker.

Y jugar, pues queríamos jugar como los brasileños, los brasileños del 82: centrocampismo, toque, recreo, dimensión estética... España quedó muy influenciada por aquello.

Ahora, España, podemos decir, ha visto acercarse a su selección al ideal de juego brasileño y ha sentido el dulce placer de las victorias esforzadas y con cierto guiño del azar que siempre acompañaron a Italia. Los cruces del Mundial, especialmente Paraguay o la manopla de Casillas a Robben, son un buen ejemplo.
Sí, sí. Fuimos más campeones que nunca. España fue hipercompetitiva. Vamos, sinónimos de selección italiana.
Vilariño llega, escribe 3 artículos y al menos 2 de ellos están en mi TOP 5 de artículos leídos en ecos.
Grande Vil.
Pues yo vi una España que fue ganando por la minima las eliminatorias directas en el mundial pero que dominaba sus partidos. Contra Portugal tuvieron un 63% de posesion y lanzaron 8/17 a puerta España y 3/9 Portugal. En cuartos contra Paraguay si se sufrio mucho mas con ese penalti fallado por Cardozo y despues el fallado por Villa pero aun asi 68% de posesion de balon y España 5/15 remates a puerta mientras Paraguay 4/9. En semis contra la todopoderosa Alemania(que venia de vencer a Inglaterra con gol fantasma anulado a Lampard y de apalizar a la Argentina del Pelusa) tuvimos un 71% de posesion y en disparos a puerta 5/15 para España y 2/6 para los teutones, y sufrimos mas al final porque Pedrito se lio mas de la cuenta en un par de contras.

Y en la mencionada final contra los tulipanes pese a sufrir muy mucho con las temibles diagonales de Robben tuvimos un 60% de posesion y en disparos a puerta 5/14 para Holanda y 4/20 para España. Esta claro que fue un partido mas igualado que ninguno, pero es una final, asi que si una final no es igualada, no se que esperais de España, se le pueden achacar muchas cosas a Del Bosque en cuanto al tema del doble pivote, seguir contando con Torres,etc,etc...; pero decir que no somos un equipo ofensivo y que no busca ganar y solo se fia a la suerte creo que es faltar a la verdad

Publicar un comentario nuevo

Comments by

Ecosdelbalon.com - - Política de Cookies.