Están vivos

No es mi intención quitarle protagonismo a nuestro Antonio ni a su maravillosa sección «Magnolia», pero si algo se puede decir del combinado de Paulo Bento es que «están vivos». No sé si habéis tenido la oportunidad de ver la peculiar, reflexiva e irreverente cinta del maestro Carpenter, ya les digo que Bielsa seguro que sí, pero se la recomiendo. Imaginaos que entre un cargamento de cajas, abrís una de ellas y os encontráis unas gafas que os permiten ver el interior corporal de las personas y descubrís que todas las élites políticas y financieras son seres alienígenas afanados en esclavizar la sociedad mediante mensajes subliminales. Todo ello bajo la óptica Carpenter -que no Wenger-. Un imperdible, vamos.

Están vivos, pero a punto estuvieron de caer.

Imperdible no fue el Portugal-Dinamarca pero fue dinámico, tuvo goles y deja lecturas. Como se intuyó en «Capítulo Tres», el seleccionador luso cambió de sistema. Del 4-3-3 memorizado, mandó a MoutinhoPaulo Bento rompió el 4-3-3 adelantando a Moutinho a la línea de mediapuntas y conformó una pareja de mediocentro (Veloso) más interior (Meireles). Un 4-2-3-1 adelantado en busca del robo próximo en salida danesa y la administración de Joao de sus consecuencias. Los primeros veinte minutos escenificaron dos circunstancias bien diferentes. La primera es que la ausencia de interior izquierdo permitió a Dinamarca profundizar por su banda derecha, pues Cristiano está liberado de labores defensivas. La otra es que Alves y Pepe tiraron la línea muy arriba y se encargaron de verticalizar la salida, algo complicado de asimilar. Moutinho, por motivos propios y ajenos, quedaba aislado del manejo del esférico y Portugal aunque lo hacía a espaldas de la defensa escandinava, perdía la pelota demasiado pronto. El repliegue danés no se veía expuesto cediendo iniciativa. Todo cambia con el gol de Pepe a balón parado, quizás la única forma posible de que el encargado de modificar el marcador no tuviera una tarde excesivamente aburrida -al final se lo pasó bien y todo-.

Tras la reanudación, goles de Postiga y Bendtner mediante, Bento pasó de nuevo al 4-3-3 y Cristiano centró su posición para estar cerca del robo en zona central,Portugal no descansa ni un instante con balón muy mermada tras la sustitución de Zimling en los primeros 45 minutos. Quizás fueron los momentos donde pudimos observar y concluir la verdadera situación de nuestros vecinos. El nivel de Meireles y Moutinho es cercano a lo intrascendente y aunque en su escenario ideal (presión al poseedor y su posterior receptor, línea adelantada, robo y carriles exteriores) es muy peligrosa, Portugal va a ser atacada durante prolongados espacios de tiempo, pues no descansa ni un solo minuto con balón y no corre por sus venas la suficiente adecuación colectiva para saber sufrir, a excepción de su primera línea. Se añade que falta un definidor y que el supercrack hiperventila cada vez que juega una fase final con sus compatriotas. El gol de Varela les mete en la lucha de nuevo y, quizás, en su indefinición como equipo, reside su principal amenaza.

La indefinición constante de Portugal y Nicklas Bendtner resumieron la segunda parte.

Los daneses no rescataron un punto pero ganaron a su mejor jugador. Bendtner emergió con dos goles en contra, decorado en el que menos le esperábamos, y dejó en el alambre durante algunos minutos a una Portugal que no supo administrar la ventaja, consciente de que tiene carencias de concentración y falta de ideas con balón para empantanar los partidos mediante la posesión. Como reza el título de esta entrada y los personajes carpenterianos de aquella ochentera historia, lo mejor que se puede decir de los portugueses es que están vivos, aunque no sé si coleando.