En la obra maestra de Charles Laughton, el reverendo Powell escenificaba la lucha entre el bien y el mal con sus propias manos, aterrizándonos al mismo tiempo que nos descubría cómo el amor y el odio están a tan solo un paso de distancia, llegando incluso a confundirse. Y en el fútbol actual ningún jugador del planeta refleja mejor lo complejo de esta balanza que Cristiano Ronaldo. Admirado y odiado a partes iguales, el portugués se enfrenta esta noche de nuevo a sus propios demonios, sus gestos y lamentos que solo ansían el gol que le lleve a la final, esos que en demasiadas ocasiones hacen olvidar la perfecta ejecución que alcanza su juego.
Si en ‘La noche del cazador’ (1955) aquel siniestro reverendo, interpretado magistralmente por Robert Mitchum, perseguía a dos niños en busca del botín que les dejó su padre, Cristiano sigue haciendo lo propio con los bajitos de Del Bosque, que a base de tocar y tocar pretenden guardar lo más preciado para ganar, la pelota. Como el más oscuro y bello de los cuentos se presenta una semifinal en la que amor y odio volverán a cruzarse y a confundirse, no podremos decir de que lado estamos, tan solo el balón decidirá de que lado caerá.
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Referencias:
Revista Magnolia
Antonio M. Arenas