Todos la llaman Bucarest, pero en busca del triunfo en la final de la UEFA Europa League, una única lengua, común en dos aficiones que comparten el mismo deseo, traduce un significante que resulta ser una acertadísima realidad para los citados en el Arena Nationala en la jornada de mañana. Lo previo no será tan alegre. La igualdad, presumible invitada a 90 minutos que justifican una temporada, se antoja una constante que arrojará sufrimiento y valor al éxito final. Rojiblancos ambos equipos duranteUn once para siempre: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe; Iturraspe, Susaeta, De Marcos, Ander Herrera, Iker Muniain; Llorente toda su historia, o casi, hoy le toca serlo al conjunto de Simeone. Desde su llegada, el Atlético de Madrid parece haber mirado hacia delante dando cierta prioridad a una fecha y una competición por encima de un día a día irregular. El preparador argentino ha conseguido dotar a su plantel de un volumen de juego más constante de lo que dicta su trayectoria liguera. En Europa todo han sido caminos cortos y rectos. Hace pensar que la altura de la competición seguirá dando continuidad a las poderosas razones que muestra cada jueves. Dos volantes sobre la horizontal, dos carrileros tomando la perpendicular, una referencia al apoyo y un segundo punta que entiende la ruptura espacial como el asequible reto que supone escribir con falsilla. La riqueza del fútbol contemporáneo. Su rival, el Athletic de Bilbao, narrador inesperado de un cuento que todos hemos leído, tiene la posibilidad de hacer realidad los sueños de una afición deseosa de recordar hasta el fin de sus días un once inicial que trasciende del rectángulo de juego. Son suficientes los capítulos vividos por la escuadra bilbaína para entender que todo es de puño y letra, que el calado emocional de este conjunto es historia del fútbol español. La hemeroteca ya describe a los vascos como una creación de sociedades. Atacar mucho y recuperarla con la ilusión de volver a atacar, esperando la compañía de la suerte. Un libreto que corre por la sangre de Óscar De Marcos o Markel Susaeta. O de un Fernando Llorente, superhombre que aprendió un oficio para convertirlo en arte, que con Bielsa no da nunca la espalda a sus delicados escudero, Iker Muniain y Ander Herrera, a los que rara vez muestra el dorsal cuando se trata de dominar parcelas ajenas.
Dos trayectorias que se explican por los jugadores pero que se firman en los banquillos. Y es que aunque ya no juegan, jugaron. Comandan donde fueron comandados. Artífices de impregnar en sus pupilos una identidad, Diego Simeone y Marcelo Bielsa, dos ex jugadores de pasión y acento compartido, buscan con la palabra y encuentran con la mirada. Quizás también les corresponde explicar todo lo que ha pasado en esta temporada. Cholo, seguramente el mayor ídolo colchonero desde Luis Aragonés, equilibró una situaciónEl secreto de Simeone ha sido conocer las entrañas del Atlético de Madrid como ningún otro, y construir desde ahí una identidad que une a equipo y afición casi esperada por el aficionado. Su inexperiencia y la comprometida, y casi crónica, situación del equipo, fueron solventadas con el ánimo del que conoce lo que sienten y necesitan los millares de aficionados que lo idolatran. Su significado y energía han conseguido lo que nadie pudo lograr en las dos últimas décadas, que el Atlético entendiera que la dignidad significa renunciar al quebranto y sobrevivir al designio. Que el hincha cerrara los ojos, dejándose guiar por la voz de su amo, estrujando su alma a través de la garganta; aliento que ha llevado a los jugadores a disputar un título europeo. De igual valor pero de mayor dificultad es el camino que ha trazado Marcelo Bielsa. El Loco ha tenido que convencer a todo el que se identifica con el Athletic, acostumbrado a otro tipo de cosas. Así, la llegada del rosarino fue recibida con desconfianza. Como todo en la vida, un reto para Marcelo. Así empezaba a escribirse la historia de un tipo que ha entregado su existencia a una sola causa, el fútbol como vehículo y metáfora de lo que él entiende como plenitud: jugar. Concepto transmitido por vía carnal a todo el que sentía al Athletic desde la cercanía y el frenesí por un equipo. Dos entrenadores que abrazan el nombre de la capital rumana, mañana capital del fútbol español, como abstracción hecha, concreta y palpable a través del deporte supremo. Atlético y Athletic desprenden felicidad. Alegría. Nos han contagiado. Somos felices por compartir partidos así.
–
Artículos relacionados
Pares o Nones: La Final de la Europa League
@migquintana 8 mayo, 2012
Son dos libros de autor, es evidente.
Me resulta muy positivo el tema del Atlético de Madrid. Fue bastante decepcionante la marcha de Quique Sánchez Flores, la de Kun Aguero&De Gea parecían de rubricar que ese año fue una excepción. Quizás fueron los únicos signos de grandeza que vio el Calderón en años, comprobar ahora como vuelve a mostrarse ganador en Europa es una gran noticia para el fútbol español.Y resulta curioso porque muchos recibieron con recelo a Bielsa y muchos hicimos lo propio con Simeone. Quizás era una barrera lógica que ellos debían superar, pero lo cierto es que lo han hecho con una nota que no puede bajar del notable.
Por encima de que pierdan o ganen, es indudable que el Athletic de Bielsa y el Atlético de Simeone no podrían ser lo mismo si no estuvieran bajo su mando, creo que es lo mejor que se puede decir de entrenadores con filosofías tan marcadas. Qué gane el mejor, que merecido será.