Neymar es un niño, un crack en crecimiento y el símbolo de un país. Las necesidades y obligaciones de cada uno de sus papeles son muy distintas, y controlar la situación al 100% se le hace difícil. En fútbol, toda esta mezcla se traduce en la auto impuesta obligación de definir cada partido, de trascender en cada gran noche. La ansiedad aparece a poco que las cosas no fluyen y, en esas, su juego termina siendo precipitado e impreciso. El nuevo genio, cuyo a día a día es de una presión de la que no se es del todo consciente, está atravesando una etapa difícil pero obligada para él. Messi, Cristiano, Ronaldo e incluso Maradona (España 82´) pasaron por aquí antes.
Encima, Ramalho, su técnico, a veces no le ayuda. Lo de ayer en Buenos Aires fue un ejemplo. Santos puede no tener el balón, pero no replegar hasta su propio área, porque le falta tanto talento defensivo para sobrevivir como creativo para salir. Vélez, equipo maduro y de buen manejo, le súper sometió, consiguiendo que sumara muy pocos efectivos por ataque. Para más inri, a Neymar se le prohibió bajar a la base, se le obligó a depender de los demás. Como nadie lo encontraba y cuando recibía no había líneas de pase, acabó aislado. Hay que dejarle bajar. Él disfruta iniciando, creando, jugando por detrás de la pelota. Siendo la parte crucial del todo, no el todo en sí. Necesita tranquilidad y el balón le tranquiliza.
@sepioes 18 mayo, 2012
Abel, estoy bajándome el partido. ¿Merece la pena que lo vea o lo borro directamente?