
De todos los análisis que han cruzado de punta a punta al Manchester City como una máquina de rayos equis, pocos, con razón geométrica, suelen hablar de este equipo como algo demasiado especial o memorable. Roberto Mancini es como un saco de boxeo en un garaje: por más que lo embistes, más te cansas de él. Pero no hablaremos de Mancini, no, sino de ese color celeste que, mucho tiempo después, ha acabado fundiéndose con el cielo de Manchester. El City siempre permaneció nublado por el enrojecido poderío del United, con un par de guiños por aquí, alguna FA Cup por acá y cierta Recopa por allá. Pero poco más de miel en el paladar y éxitos en la vitrina. Poca plata y mucha hojalata. Esto ha cambiado. Al otro lado de la ciudad, está ahora el United, ya no está el City ni sus lágrimas. De eso se ha encargado el jeque de todos los jeques. Libra a libra, ha conseguido que el Manchester City tenga cosas que decir en el gran escenario británico. Comenzó hablando en las listas de traspasos con más ceros de Europa y ha acabado en eso, con una Premier League sacada de lo más profundo del minutero, con más agobios de los necesarios, pero hablando en el césped. De eso se trataba, de los triunfos. De la dimensión de su juego… Sobre eso, corremos la cortina. El City de Mancini es un agitado elemento de debate. Hay victorias y eso parece suficiente, más en un club con la tradición bombardeada de tristezas y ciertos complejos, un club atrincherado en Manchester y con excesiva propensión a los dogmas británicos. Pero hubo un tiempo en el City en el que el orgullo no emanaba de las victorias, sino del juego. Fue hace bastante, en los años cincuenta, cuando el club encabezó un genuino movimiento contestatario dentro del fútbol inglés. Aunque no se lo crean, el City fue un cuerpo revolucionario.
El City de hoy agita el debate como aquel City que se creyó húngaro
A Inglaterra, Hungría le había reventado en 1953 la doctrina, el orgullo y casi 30 años de historia. Le hizo añicos la WM con un estilo de juego luminoso, atractivo, rompedor y rebosante de frescura e innovación.La crisis de pensamiento fue imponente. Pero Inglaterra siempre fue demasiado insular, arrogante y exclusiva Era un viento nuevo el de aquellos Magiares Mágicos de Puskas, Hidegkuti, Zakarias, Grosics, Koscis… Esa derrota de Wembley convulsionó Inglaterra. Todo el fútbol británico comenzó a hacerse preguntas… Bastó esa colosal derrota, la primera en casa ante una selección continental, para que un escalofrío recorriera el país. La crisis de pensamiento fue imponente. Pero Inglaterra siempre fue demasiado insular, arrogante y exclusiva. Su aislacionismo es un componente de su carácter, ya sea ante el fútbol o ante la vida. Los ingleses eran los fundadores del asunto y ellos serían los encargados de establecer el modelo de discurso. El poderío en casa, dentro de ese impermeable futbolístico, les había marchado bien hasta aquella tarde de dinamita húngara. Cuando parecía que se iba a abrir entonces la puerta del fútbol para que entrara ese viento continental, muchos la cerraron a la primera brisa: el juego individual, atlético, rígido, simplista y reservón de la WM permaneció allí. Pero quedó una rendija: el Manchester City.
Les MacDowall, un escocés, cómo no, al que le apasionaba dibujar se bebió un trago de aquella escuela húngara. Y se dijo: “¿Por qué no hacerlo”. Miró a Don Revie, su delantero, y vio a Hidegkuti. Lanzó una pelota al suelo y vio que era posible dejar de mirar a las nubes o a los wingsLanzó una pelota al suelo y vio que era posible dejar de mirar a las nubes o a los wings: había que hablar de otro modo, con un idioma transgresor. Ese discurso era el Plan Revie. En la Inglaterra del salto de década entre los 40 y los 50, la cultura del winger- oriented style y la WM funcionaban como doctrina indisoluble: extremos rápidos y resistentes, interiores atléticos y sin relieves, y un delantero con anatomía y comportamientos de carro blindado. La cosa era simple. A Inglaterra le iba bien así: había ganado en 1948 en Turín a la imponente Italia de Pozzo, Valentino Mazzola y Ezio Loik y mantenía intacta su eficacia como local ante el asalto de las selecciones continentales. El naufragio en la Copa del Mundo de 1950 –la primera con Inglaterra- y aquellas derrotas ante Estados Unidos y España en el torneo avivaron las primeras sospechas sobre el modelo inglés. El cataclismo ante Hungría (3-6 y 7-1 en la ‘revancha’ de Budapest) acabó por cuestionarlo, también desde dentro de los resortes del fútbol británico.
Les McDowall, nacido en la India e hijo de un misionero escocés, llevaba tres años en el Manchester City (donde había dejado huella como futbolista) cuando en 1953 lanzó un pulso cultural. Por aquellos años, Inglaterra carecía de un equipo tiránico o una rivalidad dominadora como la de Arsenal y Everton en los treinta. El Porstmouth de Bob Jackson, el Blackpool de Matthews y Mortensen, las primeras puntadas del Manchester United de Matt Busby con Edwards, Viollet y Charlton o el Wolverhampton de Stan Cullis representaban la elite con un juego de notas y tradiciones inglesas. Solo otro equipo puntero aquellos años, campeón de liga de 1951 tras ascender de la Second Division, se había despojado, aunque tímidamente, de los corsés británicos: el Tottenham de Arthur Rowe y su innovador Push and Run, un sistema de fluidas transiciones basado en paredes y triangulaciones.
Pero el cambio profundo lo propuso el Manchester City. McDowall convino con su delantero Don Revie, ya con las inquietudes tácticas y estilísticas que anunciaban el futuro entrenador que fue, un modelo de juego inédito en Inglaterra.Al igual que Hidegkuti en Hungría, Revie componía la piedra angular de ese nuevo entramado Al igual que Hidegkuti en Hungría, Revie componía la piedra angular de ese nuevo entramado. Era un delantero habilidoso, con golpeo lejano, astuto, técnico, con buena circulación y más visión que hábitos goleadores, así que McDowall lo retrasó hacia el espacio tradicional de los interiores –inside forwards- británicos y articuló un sistema en torno a él. El esquema base seguía conservando la figura de la WM, con el matiz del delantero, más atrasado y con los interiores adelantados hacia el ataque, algo parecido al 3-2-3-2 (WW). Pero la idea había cambiado en profundidad: en lugar de volcar el juego al exterior, había que hilarlo por dentro, con triangulaciones, pases cortos, apoyos y movimiento, con Revie de núcleo alimentador. Había nacido el primer falso nueve –o si lo prefieren, el primer mediapunta- del fútbol inglés. «Mantener la pelota en el suelo y mantenerla en movimiento. Si está en el aire bajarla y usarla. Mantener la posesión todo lo que se pueda», exigió a sus futbolistas McDowall, cuyo detallismo táctico se atribuía a su pericia y devoción en el dibujo.
El modelo se implementó por primera vez en el equipo reserva del Manchester City de la temporada 1953-1954. La decisión funcionó y el Plan Revie se mantuvo invicto en los últimos 26 partidos de la temporada. El nombre del sistema había salido de la pluma de Eric Thornton, periodista del Manchester Evening News. El portero Bert Trautmann revolucionó la posición por su lectura del juego y su distribución con el pieEn el verano siguiente, McDowall anticipó dos semanas los entrenamientos para experimentar ya con la plantilla principal. Usaron la nueva propuesta en el partido inaugural de la temporada 1954-1955 y el Preston North End les abrasó con un 5-0. Claro, los tabloides y los poderes del fútbol inglés sacaron la guadaña. El Manchester City recibió muchos más azotes que Mancini en un domingo cualquiera. El analista y defensor de las esencias del juego directo Charles Reep y el entrenador Stan Cullis nunca dejaron de objetar las propuestas como esa, tan cercanas al estilo húngaro, del que siempre relativizaban su eficacia. Pero el Plan Revie se levantó. McDowall afiló el modelo incluyendo como centrocampista interior a Ken Barnes, volante enérgico e inteligente y reparó la moral de unos futbolistas aún incrédulos. Las victorias ante el Sheffield United (5-2) y en el derby frente al Manchester United (3-2) dispararon al City: se posicionó por el título de liga y se metió en la final de la FA Cup. McDowall reforzó el ataque con el delantero Bobby Johstone (Hibernian), pero los campos embarrados del invierno inglés y las lesiones de hombres indispensables como el lateral derecho internacional Jimmy Meadows lo frenaron en el séptimo puesto final. En la FA Cup, el Newcastle les privaría del título (3-1), aunque el Plan Revie se había consolidado como alternativa posible en Inglaterra: Revie fue nombrado Futbolista del Año y alcanzó la internacionalidad. El Manchester City tenía su identidad. La libertad de Revie era el motor de un engranaje en el que resultaban esenciales otras muchas piezas. El portero, el mítico prisionero alemán naturalizado británico, Bert Trautmann, revolucionó la posición por su lectura del juego y su distribución con el pie, como Grosics en Hungría. Aquello cimentó la base del juego y la posesión del City. Normalmente, Revie basculaba hacia la derecha y recibía un bombeado pase de manos desde Trautmann. El mecanismo se activaba: Revie tecleaba la jugada asociándose por dentro, desde su campo, con el delantero derecho, Johnstone y con el extremo Billy Spurdle. La fluidez de hilo de juego era asombrosa. Joe Hayes ponía los goles (42 en dos años). El capitán y central Roy Paul destacaba en defensa.
La poética del Plan Revie fue que Revie fue su principio y su final
Pero el temperamento y la indisciplina de Revie desarmaron el sistema. Su relación con McDowall nunca había sido buena. Castigado durante parte de la temporada siguiente, 1955-1956, y apartado de la titularidad en varios partidos, Don Revie perdió relevancia en favor de Johnstone, nuevo delantero atrasado, y del portero Trautmann. El City resintió algo su juego, pero siguió conservando su competitividad: acabó cuarto en liga y avanzó de nuevo hasta la final de la FA Cup. Ese partido encumbraría a dos futbolistas: Don Revie y Bert Trautmann. El adversario era el Birmingham City, expresión de pureza inglesa que se convirtió ese año en el primer finalista de la historia de la FA Cup sin jugar eliminatorias como local. La colisión de estilos anunció el partido. Ganó 3-1 el Manchester City, con Revie inspirado y sobresaliente. Frank Swift, portero del City hasta 1949 y periodista, escribió: “Revie dejó el centro del campo como una pradera”. Fue el canto del cisne de Don, uno de sus mejores partidos, aunque la heroicidad quedó reservada para Trautmann. A diecisiete minutos del final, impactó con el delantero Peter Murphy y sufrió un brutal golpe en el cuello. Pese al dolor, acabó el partido. Tenía una vértebra fracturada y tres desplazadas. Había rozado la tragedia. Esa noche de celebraciones, al City le cantó Alma Cogan, la voz más cristalina y célebre de la época. Cantaba también el final del Plan Revie. Don, incompatible ya con McDowall, se marchó al Sunderland y el equipo se desmanteló en dos años. McDowall nunca encontró relevos ni recicló su metodología. Acabó engullido por el propio aparato del fútbol inglés. En realidad, ese movimiento contracultural del City tenía la misma fecha de caducidad que los futbolistas que lo edificaron. Las estructuras del balompié británico eran inabordables y el retraso técnico de sus futbolistas una limitación. Harían falta algunos años más, casi una década, para que Alf Ramsey y Matt Busby sacaran a Inglaterra del pozo ciego donde se había metido, un agujero que el Plan Revie trató de evitar.
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Referencias:
Twitter de Chema R. Bravo
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Fiebre Maldini: Trautmann, el valor de la experiencia
Wembley 1953: Inglaterra-Hungría
Filogénesis Blanca VII
miglarmar 30p · hace 669 semanas
@migquintana · hace 669 semanas
@danidelacuesta · hace 669 semanas
Conocía muy muy por encima la historia y me ha gustado profundizar un poco más en ella. Buen artículo, Chema.
@JavierAlberdi · hace 669 semanas
@DavidLeonRon · hace 669 semanas
Muchísimas felicidades Chema, he disfrutado de la leche leyéndolo.
@Chemaerrebravo · hace 669 semanas
kjvng 43p · hace 669 semanas
@SharkGutierrez · hace 669 semanas
Hace no mucho vi un documental sobre Trautmann y el impacto que causó su llegada al club. Sobre todo, en qué condiciones llegaba. La verdad es que no debió de ser fácil adaptar a Trautmann sino asimilar un estilo de juego totalmente diferente a lo que Inglaterra proponía en áquella época. Personalmente, me alegra y mucho que existiera un Don Revie de la época y que la influencia húngara tuviera su áquel durante tanto tiempo.
@theRosende · hace 669 semanas
@Sergio_Vilarino · hace 669 semanas
El gran problema para la implantación de novedades en el fútbol inglés de la época es que, aparte del statu quo del fútbol inglés, es que el pragmatismo extremo hacía muy poco en favor de las "novedades". Y aquí tienen mucho que Stan Cullis y sus Wolves.
Cullis, ex jugador de prestigio y entrenador defensor a ultranza de la WM. Sus Wolves, base de la selección inglesa. Su capitán, Billy Wright, el jugador más influyente del fútbol inglés, más aún que Stanley Matthews, que era discutido en muchas ocasiones. Y además, ganadores. Campeones de un par de ligas y sobre todo, vencedores del HONVED de Budapest. Fueron estos Wolves los que "restauraron" el honor patrio al derrotar a los húngaros en su estadio de Moulineux Grounds. Ultra-manguerazo mediante debemos decir. Por los pelos debemos decir. Pero victoriosos al fin y al cabo. Y en un entorno brutalmente atrayente, en un partido jugado de noche, con luz artificial (gran novedad del momento), y con unas camisetas naranjas que brillaban como auténticas estrellas al resplandor de los focos. Y con eso se quedó la prensa inglesa (poderoso vehículo de difusión).
"WOLVES THE GREAT", "THEY HAVE THE NELSON SPIRIT", "WOLVES, THE CHAMPIONS OF THE WORLD", fueron algunos de los titulares al día siguiente de esa victoria. Tanto impacto tuvo que el artículo que encabezaba el tercer titular que yo nombro, que tuvo una respuesta crítica por parte de Gabriel Hanot, el director de L'Equipe. Y de esa respuesta crítica, nació la Copa de Europa. Donde, por cierto, los Wolves nunca hicieron nada.
Por cierto, que estos Wolves, en la Copa de Europa de 1960 sepultaron su reputación del "guardianes del estilo británico" cuando fueron arrollados por el enorme Barcelona de Helenio Herrera, que prácticando un fútbol "continental" los aplastó en el Nou Camp y también en Moulineux, ante la misma audiencia que les había proclamado "campeones del mundo" tras vencer sucesivamente al Spartak de Moscú y al Honved años antes.
@Chemaerrebravo · hace 669 semanas
Es curioso como la prensa inglesa proclamó a los Wolves campeones del mundo y tal, y no hizo lo mismo cuando perdieron con el Estrella Roja en Belgrado. Afortunadamente, el Manchester United de Busby conforme fueron avanzando los años 50, especialmente desde 1955 o así... fueron imponiendo las bases de un juego algo menos puro, más vistoso y menos directo, más mixto. Claro, tenían los jugadores y el tiempo... lástima aquel accidente de Múnich, porque ese equipo sí que hubiera metido mano a alguna de las Copas de Europa...
@Chemaerrebravo · hace 669 semanas
@Sergio_Vilarino · hace 669 semanas
Yo soy de los que está convencido de que las Copas de Europa del Benfica, especialmente la primera, le pertenecía a los Busby Babes.
@charloz_ · hace 669 semanas
@Chemaerrebravo · hace 669 semanas
Es que ese Manchester United es el primer equipo inglés 'europeo', con algo de capacidad para no hacer el ridículo más allá de la Isla. Esto es ficción y tampoco está bien hacer ficción, pero ese Manchester, el del 58, era ya podía discutirle al Madrid algo más de lo que lo había hecho el año anterior en las semifinales. Pero sobre todo en el 59 o 60 tenía potencial para derrocar al Madrid. Ya te digo... es ficción... Lo que está claro es que ese era el único equipo ingles que a finales de los 50 y principios de los 60 podía salvar en el continente la marca 'Inglaterra'. Es que los Wolves, el Burnley, el Ipswich Town... esa clase de equipos aprovechó el desastre de los Busby Babes... y claro la rapidez con la que se dejaron los dientes en aquellas Copas de Europa nos revela el nivel real que tenían.
@Aledicas14 · hace 669 semanas
@AlvarodeGrado · hace 669 semanas
@MissRakelU91 · hace 669 semanas
Jean Wollstein · hace 669 semanas
@migquintana · hace 669 semanas
Sí, lo es.