El FC Barcelona no ha sido capaz de mostrar su mejor cara partiendo desde la derrota. Quizá no sea algo reprochable. Lleva dos temporadas conviviendo con una exigencia única en la historia, de la que sólo es consciente su propio rival, y a la que, según lo visto, únicamente se puede sobrevivir ganando. Si se va por detrás, se es demasiado sensible a todo. Así, el 1-0 de Londres fue excesivo; justo cuando, tras meses, el año parecía volver a sonreír al vigente campeón de casi todo. El Barça ha perdido dos títulos en 5 días y los ha perdido bien. El primero, jugando peor. El segundo, jugando mejor. Pero representando en ambos envites un rol de equipo aspirante y nervioso que ha acabado reduciendo incluso a Leo Messi. Ayer el Chelsea hizo de grande. El choque respiró a su ritmo.
Entre otras cosas, porque Guardiola esta vez sí se equivocó. Una vez anunciados los onces titulares apenas nos quedó una duda sobre la colocación delAlexis, que jugó genial, fue una equivocación propio Barça. En la primera combinación posible, Cuenca jugaría en la izquierda, Alexis lo haría en la derecha e Iniesta andaría por dentro. En la segunda y finalmente escogida, Cuenca jugaría en la derecha, Iniesta lo haría en la izquierda y Alexis ejercería de «9». Esta decisión condenó al Barcelona a una inconstancia y una irregularidad en el cambio de ritmo que al Chelsea le dio la vida. Permitió a Cole y al lateral derecho blue, fuese quien fuese, vivir en área pequeña, y nada salió natural.
El Barça ha tiranizado el fútbol europeo en base a dos ideas muy claras: El 75% de posesión y Messi como «falso 9″. Con el dominio territorialFue como si Pep no considerase el perfil de su rival se conseguía empujar al rival sobre su arco, la falsa referencia argentina se descolgaba para recibir y atacaba de cara un espacio vacío. El tiempo, y algún gran entrenador, hizo que los contrarios aprendieran a combatir el movimiento, subiendo el sistema defensivo para encimar la recepción de Leo. En respuesta, Guardiola se inventó a Alexis Sánchez de ariete. Un jugador sin conceptos típicos que resultó útil por su calidad para lanzar rupturas, con el que obligó a la zaga a pegarse a su portero y regaló metros a Leo. Lo que ocurre es que el Chelsea ayer no tenía la menor intención de adelantar su línea de cuatro.
La excepcional inspiración técnica de Cesc y Alexis permitió al Barça crear ocasiones en la primera mitad.
El escenario era un coto cerrado con 7 u 8 futbolistas, entre compañeros y rivales, separando a Messi del mejor portero de la Champions League. ¿Que el Barça tenía las bandas ocupadas? Sí, pero su producción directa fue nula. Normalmente se medían a centrocampistas blues, para que la defensa de Cech siempre estuviese compacta y mirando hacia el frente, así que poca cosa. Tácticamente el Chelsea era muy, muy superior al FC Barcelona. La extrema genialidad de unos sublimes Cesc Fábregas y Alexis Sánchez en el primer tiempo permitió soñar. Pero claro, entre truco y truco apenas quedaba una larga y lenta cadena de pases que para el Chelsea era música celestial. Una larga y lenta cadena de pases que pareció ser el acta de defunción de Xavi Hernández. Tras su temporada, creer en él era cuestión de fe.
Y luego estaba Drogba. Es muy fácil y muy difícil al mismo tiempo describir su actuación. Peleó una y otra vez situaciones de 1 para 3, y venció. Y cerró como volante izquierdo cuando su equipo se quedó con 10, sin que pareciese que el sistema había perdido a su «9» boya. Ciertamente, lo de Didier Drogba ayer en el Camp Nou ya es historia de la UEFA Champions League. Él y Cech valen una justa Final. Para ellos será la última. A este Barça aún le debería quedar alguna más.
snedecor 25 abril, 2012
Lo comentaba hace un momento en Twitter, como jugador me hubiera encantado estar ayer en el Chelsea, incluso aunque hubieran perdido. El despliegue táctico, la solidaridad que mostraron todos, la fortaleza física y mental para resistir el asedio culé, esa concentración para cometer el mínimo número de fallos, incluso el tener que enfrentarse a los elementos para tener simplemente una mísera opción de ganar… es uno de esos partidos que hacen equipo sea cual sea el marcador. Un ejemplo. Obviamente todo cambia cuando el planteamiento de ayer se convierte en habitual, pero en una cita así y dadas las circunstancias, el subidón es tremendo.