Día 1. Primera parte: La posición de Pepe | Ecos del Balón

Día 1. Primera parte: La posición de Pepe


El primer Clásico era el más fácil de los cuatro, porque no existía el miedo al fracaso. Con esa tranquilidad, el dominador del fútbol mundial y su mejor adversario expusieron argumentos sin titubeos ni rubor, dando pie a 45 minutos de juego sin precedentes en esta temporada 2010/11. No por su precisión o virtuosismo, sino por su complejidad. Una sucesión de restricciones de base, consiguientes ajustes, problemas subyacentes y resoluciones encontradas que sólo pueden hallar origen, a día de hoy, en la fascinante suma de talento que aglutinan los dos gigantes españoles. Desde el enfermizo trabajo culé sobre el rechazo de las faltas de Ronaldo hasta el balón al 2º palo + retorno con el que Mourinho castigó la defensa zonal azulgrana en la estrategia, cada detalle evocó fútbol de élite durante la parte activa del encuentro.

Si hablamos de restricciones, la más demoledora es aquella con la que el Barça mortifica a su rival: Le quita el balón. Está tan trillada la idea que se infravalora su importancia, así que la reflexión antes de continuar es oportuna. El Real no es un equipo de contraataque, encara la mayoría de sus partidos sabiéndose poseedor de la pelota y con la falta de espacios en el frente ofensivo como principal escollo a superar. En base a ello esquematiza su 4-2-3-1, con virtudes y defectos ya explicados en anteriores artículos. Curiosamente, una de sus principales carencias es la dificultad para recuperar la pelota cuando su oponente establece alguna fase de juego ofensivo posicional. El retorno de sus atacantes es mínimo, y toma decisiones en el quite que suelen acabar descolocándolo. Ése es el punto de partida del Madrid, un colectivo distinto al Chelsea 05 y a mundos del Inter campeón. Así pues, lo que le exige la ya legendaria seguridad técnica del Barça es que renuncie a su plan y diseñe uno nuevo, exclusivo para jugar contra ellos. La primera respuesta positiva de Mourinho ha sido Pepe como mediocentro.

San Mamés fue el primer testigo de la variante, y el resultado fue inmejorable, pero el Barça requiere una tarea intelectual en el pivote contrario que contrasta con el homogéneo comportamiento que pide el Athletic. No hubo inconveniente. Alonso como interior izquierdo conservador y Khedira, en el derecho y con vuelo, completaron un triángulo muy preciso en la basculación que significó un soporte táctico suficiente para que la velocidad (de reacción, desplazamiento, percepción y gesto) e intensidad de Pepe expulsaran de la zona prohibida a Xavi e Iniesta. Huyendo a la base de la jugada, donde las largas piernas del portugués no ensuciaban las líneas de pase, retrasaban la posesión culé a espacios inertes, lo que alimentaba la autoestima de los merengues. El Real Madrid sentía que estaba desempeñando el plan de su entrenador con éxito.

Dos argumentos contra la vicisitud fueron esgrimidos. El primero, el base, fue Messi. Como en los últimos partidos, el argentino tuvo que bajar en exceso para conectar y batir línea. Es magnífico que domine el movimiento y loable que lo proponga, pero no es una buena señal que el juego culé se lo reclame. No es la idea. Más natural es la incorporación de Piqué, segunda vía azulgrana de cara a crear superioridades numéricas, si bien los interiores no supieron obtener ventajas de los arrastres. Con este panorama, se tiró de paciencia y se alargaron las circulaciones en el circuito de salida. Arriesgar la posesión contra el Madrid no es opción, porque en un partido de transiciones nadie puede con ellos.

La última parte de la ecuación está en Pedro y Villa, y es aquí donde Pep tiene su margen de maniobra. El juego de posición del Barcelona encuentra uno de sus pilares en el espacio generado por sus dos chinchetas externas. Con éstas, no solo eliminan a los laterales de la batalla por la medular, sino que amplían el territorio a administrar por los centrocampistas contrarios, regalo que Xavi e Iniesta reciben de buen grado. El pésimo encuentro de Pedro no reclamó una sola mirada de Alonso, mientras que la cerradísima posición de Villa ahogó, una vez más y van muchas, la zona de influencia de Iniesta. En dos años, Andrés ha pasado de Henry -punta abierto hasta la cal- y Eto´o -delantero sin presencia en la frontal- al genio supremo y al delantero asturiano, alérgico a fijar la posición del lateral antes de tirar la diagonal. Si Mourinho y Pepe evitan que Xavi e Iniesta reciban el primer pase en campo ajeno; Guardiola, Pedro y Villa deben conseguir que el 4º o el 5º sí les meta en él.

Segunda parte: Sin profundidad no hay defensa.


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