La plantilla fantasma nunca ganará una Copa de Europa. Ya es oficial. Pese a ello, sus memorias permanecerán en el recuerdo de sus coetáneos. Fueron un grupo de futbolistas emergentes que asumieron la misión de enaltecer un club de tradición anónima, partiendo de la desventaja que suponía su opulento origen de cara a la aceptación social. Mourinho, la bendición de la entidad, halló el carisma anhelado en la proyección de una imagen deportiva altamente singular y reconocible, que se fue difuminando con el tiempo, entre históricas conquistas y pérdidas irreparables, hasta que lo único que quedó fue el grupo humano. Hastiado, decepcionado, muerto en vida. Con esa amarga sensación de que el destino no le devolvió nunca aquéllo que decidió quitarle alguna vez. Para colmo, la rodilla la hincaron ante Giggs. Ryan Giggs. Un espejo demasiado exigente, hasta un punto sádico. Porque la pregunta es inesquivable… ¿Y si nunca ganaron porque ni Terry, ni Lampard, ni Drogba atesoraron la grandeza de los elegidos?
El planteamiento del partido de ayer fue casi clavado al de la ida. Con sistema londinense distinto -otro más-, pero con las mismas intenciones comunes. Sin embargo, el Manchester dio un paso al frente en su rendimiento a partir de su fase defensiva. El centro del campo ejerció de tal, fue celoso con los metros que le correspondían y obligó al Chelsea a arriesgar para profundizar, lo cual les dejaba vendidos en transición defensiva, dando muestra del lamentable momento colectivo. Con Nani, demoledor, inspirado, Ferguson creó un espacio terrible en el triángulo Ivanovic-Álex-Essien que Giggs y Rooney aprovecharon para dominar. Ancelotti veía a los suyos con más bola y más acercamientos, pero se hubiera cambiado por Sir Alex en cualquier instante.
Y es que el Chelsea transmitía depresión y tenía el empuje como principal arma, así que sus perspectivas eran poco halagüeñas. De nada sirvió probar a Lampard y Anelka por detrás del 9 referencia para intentar crear un contexto de asociación fluida, pues el espesor en la circulación y la inexacta asimilación grupal del mensaje del entrenador impedía incluso que Nicolas castigara la edad y falta de talento defensivo de Giggs, pivote izquierdo en la noche de ayer. El criticado Torres mostró ideas interesantes e insuficientes y Drogba, que le relevó al descanso, quiso firmar con letras de oro el acta de defunción. Al menos creyó en la victoria, como debería hacer cualquier rival que se enfrente a Vidic en la máxima competición continental. Sin rodeos, no existe central más sobrevalorado.
En cualquier caso, el nombre del duelo y la eliminatoria ha sido el capitán, el hombre récord del Man U. Cuando un futbolista que triunfó como extremo izquierdo y cuenta más de 37 primaveras sobrevive a unos cuartos de final de la Champions League como mediocentro… el análisis pierde peso. Si encima decide el enfrentamiento con tres asistencias, la literatura épica es la única vía de expresión. Como estamos en Ecos, haremos de tripas corazón y diremos que si en la Final Giggs juega en esa demarcación, le cuesta el título a su equipo, porque todo tiene un límite y el de esta idea no tiende al infinito. Eso sí, que le quiten lo bailado… Menuda leyenda.
DBEcos 25 marzo, 2012
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