Alternativas en el dominio, ajustes tácticos, actuaciones individuales brillantes, jugadores que no entendieron su papel, aciertos colectivos… El Ghana-Alemania se coronó por méritos propios como el partido más completo de todo lo que va de Mundial. Sería un error alargar los preámbulos y dilatar la espera del análisis.
Alemania era el equipo llamado a llevar el peso del encuentro. Sus jugadores son mejores, la ecuación es fácil. Así que los teutones iban a proponer y Ghana debería responder, jugando en función de lo que hicieran los de Löw. Conceptualmente, esa respuesta fue maravillosa, hasta el punto de que fueron superiores a su rival en buena parte del partido.
En la posesión reside el plan de Alemania. Tiene capacidad para combinar en el frente del ataque, crea espacios con facilidad y es muy dinámica, con y sin balón. Sin embargo, su salida de pelota no es delEl circuito de salida alemán es el talón de Aquiles de los de Löw todo precisa. Pesa en demasía la carencia de un 5, no existe una referencia que condicione el primer pase con efectividad, cuestión que suelen disimular con mucha, mucha paciencia. Series de pases muy prolongadas entre sus zagueros hasta que el rival cede espacio a un centrocampista u Özil aclara el movimiento con un desmarque de apoyo. Esta rutina es posible porque el contrario, asustado por el potencial alemán, focaliza su actividad defensiva en zona de mediocentros. Sí, choca, porque vimos a Serbia y Australia, como a tantas otras selecciones, empezando a defender en campo ajeno, pero es que eso de ir arriba sin creer en el movimiento, a hacer el paripé, está muy de moda en este Mundial. La actitud de Ghana fue diferente. Los de Rajevac plantearon un sistema defensivo posicional muy ambicioso e intenso, negándole a Alemania no ya a Özil, sino a Khedira y Schwensteiger. Se saltaron un paso. Sin dudas, convencidos de que hacían lo correcto.
Lo desarollaron desde su habitual 4-1-4-1, marcando la línea de cuatro mediapuntas sobre el circuito centrales-pivotes de Löw. Los robos de Ghana fueron testimoniales, y menos aún resultaron en contragolpes,La presión de Ghana hizo que Alemania no dominara el choque pero lograron modificar el contexto táctico del partido desde el trazo de pizarra, Alemania no podía tocar en la base. No cabía opción a la paciencia, no había tiempo para que el frente del ataque alemán lograra una posición de ventaja. Ghana tenía el partido donde quería: En la precipitación. Y la precipitación debilitaba la calidad de la posesión alemana. La conexión Müller-Özil pasó desapercibida, el mediapunta nunca logró recibir en apoyos y tuvo que poner la tilde de su juego en la ruptura, etc, etc. Eso fue lo que dijo la pelota, que no sabe mentir. Sin embargo, numéricamente sorprende ver cómo la citada relación fue más fructífera que cualquier otro día o que Özil casi dobló su número de participaciones con respecto a los dos anteriores partidos. Queda claro de qué va el fútbol. El partido está en el discurso. Dónde está el balón, hacia dónde va y a qué velocidad. Y eso lo decidió Ghana. Desde su transición defensiva y siendo coherente en su apuesta con balón, exageradamente agresiva. Incluso hasta el defecto, como comentamos en el artículo anterior.
El resultado fue un marco enérgico, vivo pero controlado, en el que cada uno cedía una sola ventaja clara a su oponente. Ghana dejaba demasiados metros entre sus centrales y Kingson, invitando a Alemania a que filtrara el pase. Bien es cierto que, por la definición del choque, Özil sería el receptor, no el emisor, con las ventajas derivadas. Por su parte, Alemania no soportaba tara táctica, pero sí técnica: El duelo Ayew vs Boateng. Rajevac estuvo muy astuto cambiando a su mejor atacante de perfil para que enfrentara el lado débil de los alemanes, encontrando ahí un desajuste importante que dio a Ghana muchísimas ventajas a lo largo de la primera mitad. Sólo la sangrante carencia de gol que sufren les dejó sin ventaja en el luminoso. Hubiera sido merecida.
La asignatura pendiente de Ghana es el gol.
Con el comienzo de la segunda mitad, el partido cambió. Ghana volvió a ser incapaz de administrar una situación emocionalmente exigente, tal y como le había pasado contra Australia en la segunda jornada. En este caso, sin explicación, cedió metros a Alemania. Le regaló la salida, retrasó su intensidad defensiva 20 metros. Eso hizo que la inspiración de Schweinsteiger -muy buen partido- luciera, que Özil entrara en juego desde los desmarques de apoyo y que la pésima lectura del choque que estaban haciendo Podolski y Khedira se viera subsanada. El gol era cuestión de tiempo y llegó en el 60. Tras el tanto, vuelta al guión original hasta el final del encuentro, con el añadido del show técnico que nos tenía reservado Boateng, un mediapunta de una clase soberbia. ¿Annan? Sin capacidad para declinar el choque a favor de los suyos, porque no es la reencarnación de Redondo, pero cuajando una actuación muy sólida. Se hace casi imposible encontrarle 3 errores en un mismo partido. Es jugadorazo.
En definitiva, Ghana y Alemania son dos apuestas de sello distinguido, valiente y bonito. Ambas imperfectas. Ambas merecedoras de pasar a Octavos. Podremos seguir disfrutando con estas dos joyas, tanto en el acierto como en el error. Y para la posterioridad quedará el partido que les enfrentó. De verdad, un vídeo para revisar con tranquilidad. Fijo en la futura recopilación de los 10 mejores partidos del Mundial de Sudáfrica.
DBEcos 38p · hace 678 semanas