En el nombre del número: El Alquimista holandés | Ecos del Balón

En el nombre del número: El Alquimista holandés


En el año 2009 el F.C Barcelona asombró al público con un pleno sin precedentes. No obstante, la admiración de cuantos pudieron contemplar semejante paseo triunfal se proyectó más allá de los títulos logrados. La perfección de un modelo consecuente, sostenible, emotivamente arraigado y, sobre todo, de un irrenunciable compromiso estético, era la verdadera causa del asombro. El éxito estaba garantizado por mucho tiempo ¿Pero quién y cómo habia diseñado su fórmula? Aunque todos los indicios señalaban a Pep Guardiola como el divino hacedor, lo cierto es que hicieron falta muchas voluntades diferentes, muchas transmutaciones, y muchos años para alcanzar la piedra filosofal. Del mismo modo que los Barça de Guardiola, Frank Rijkaard y Louis Van Gaal eran distintos, los tres formaban parte de un proceso evolutivo con un nexo en común: eran hijos de Cruyff.

Era el año 1988 cuando el alquimista holandés retornó a la Ciudad Condal con el propósito de poner en práctica un proyecto futbolístico de clara influencia holandesa: todo debía sucederEl ‘4’ es el símbolo de la máxima premisa de Cruyff: todo debe suceder en torno al balón. en torno al balón. Conscientes de que el propósito no era gestar un equipo sino un modelo, Cruyff declaró la guerra «al entorno» para doblegar la presión del resultadísmo en favor del proyecto. A la par que en el terreno de juego se implantaba un sistema ofensivo (y defensivo) revolucionario basado en la posesión, la Masia azulgrana se convertía en un laboratorio de jugadores instruidos en el toque preciso y en una cultura táctica de juego posicional. De este modo, niños y mayores, comenzaron las mezclas y experimentaciones con alambiques de césped y probetas de cuero. En todo este entramado pocas figuras resultaron tan significativas como el 4. El mediocentro era una seña de identidad del «estilo Barça»: toque, asociación y cantera. Si la «pedrera» resultó prolífica en todas las demarcaciones la producción de centrocampistas a lo largo de estos veinte años resultó tan exagerada que sólo se puede explicar desde la obsesión, formativa y de captación, de la propia dirección deportiva: Luis Milla, Guillermo Amor, Pep Guardiola, Albert Celades, Ivan de la Peña, Gerard Lopez, Óscar Garcia, Roger Garcia, Mikel Arteta, Cesc Fábregas, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Fran Mérida, Roberto Trashorras, Joan Verdú , Marc Crosas, Sergio Busquets, Thiago Alcántara, Jonathan dos Santos… centrocampistas diferentes pero todos moldeados bajo el mismo patrón. Porque el 4 blaugrana dejó de ser una demarcación fija, e incluso un dorsal único, para evolucionar como un concepto que se desarrollaba al mismo ritmo que el proyecto.

Si Cruyff (3-4-3) pusó la semilla con Milla, primero, y Guardiola, después, como medios centros puros y Van Gaal (2-3-2-3) perfeccionó el centro del campo con un telar de triángulos asociativos, Rijkaard (4-3-3) reforzó al 4 con un centrocampista de mayor presencia física (Davis, luego Motta, Edmilson, Van Bommel y final y magistrálmente, Márquez) que relegaba al antiguo 4, Xavi Hernández, como volante. Tras el naufragio de «los caipirinha», Guardiola ancló definitivamente a su «todoterreno» (Touré) en la posición del antiguo 4 y adelantó a Xavi diez metros más aún por delante. La evolución del sistema y, a la par, del antiguo 4 (entiéndase como concepto) parecía evidente.

El molde de la cantera ha evolucionado. Xavi e Iniesta, como sus probables relevos (Cesc Fábregas y Thiago Alcántara) no son mediocentros aunque son cerebros.Espiritualmente, Xavi e Iniesta son herederos de Guardiola. En el terreno futbolístico no. Xavi mejoró considerablemente cuando Rijkaard lo sacó del doble pivote y Andrés Iniesta nunca lo ha sido (aunque aún lo podemos ver en el vídeo anterior, siendo todavía un niño, con el 4, simbólico, a la espalda) (1). Espiritualmente pueden ser herederos de Guardiola, futbolísticamente no tienen nada que ver. En la actualidad, en el Barça la gestión y el control del balón está en otra zona, mucho más adelantada y, además, haciendo un ejercicio de sinceridad, cabría decir que son mejores que sus predecesores, más completos, con más recursos.

Obviamente el estilo Barça son muchos más matices y habría que dejar claro que cada Barça se ha construido intrínsecamente en base a la tipología de juego de sus estrellas. Pero la defensa con balón, el ensanchamiento del terreno de juego, la creación de líneas de pase a partir de la aparición de un tercer hombre… son señas de identidad que definen a un estilo que bien podría sintetizarse en ese molde de centrocampista canterano que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. Un estilo, un recurso, perfeccionado. El metal convertido en oro. La fórmula del alquimista holandés. El día que Cesc reclamó para sí el dorsal que dejaba Patrick Vieira como propio, pocos aficionados gunners podían pensar que el líder del Arsenal realmente estaba aventurando su futura marcha del equipo. Como si de una botella de vino se tratase, Fábregas reclamaba el 4 como su denominación de origen. Yo soy de la Masía…

(1) El día del primer entreno de Iniesta con el primer equipo, ante las sonrisas de veteranos de mili de toda una legión de holandeses, Josep Guardiola se acercó al pálido y escuálido canterano y comentó en voz alta: «Os presentó a Andrés Iniesta, recordad bien este día porque en el futuro presumiréis de haber entrenado con este jugador». Una de las muestras más claras de testamento futbolístico. Qué mesiánico es Guardiola. Brutal.


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